Capitulo 8

 

Capitulo 8

Lali estaba sorprendida. Se aguanto, lo que pudo, pero era… imposible.
- Pero…
- No. – dijo él.
- Es que no podré…
- No. – repitió él, cortante de nuevo. – cumpla ordenes, señorita Esposito. – acarició una de sus nalgas, la que minutos antes había azotado.

Sintió como Peter se inclinaba hacia adelante y le desabrochaba la venda. La cogió del mentón y alzó su cara, para besarla. El sabor a sangre de Lali se disolvía entre las dos bocas. Claro que Peter se dio cuenta de que ella se había mordido. Ese fue un beso posesivo, autoritario. Para terminar, le mordió el labio inferior, de manera que los carnosos de Lali se hincharon más y se tornaron de un color rosado, tan deseable, que Peter quiso volverlos a besar. Ella lo miró, una vez él se hubo separado.

Llevaba unos pantalones militares anchos que le quedaban estupendos, caídos, se notaba que no llevaba bóxers. Uno, se podían ver las marcadas ingles, trabajadas por horas de duro ejercicio. Dos, aquella… enorme erección. Aun que un bóxer tampoco cubriría mucho. Peter la observaba. No dijeron nada, Lali había aprendido la lección.
- Se ve tan jodidamente sexy atada a mi cama, a mi disposición. – sonrió él, cruzando los brazos. – que tendría que pagar por ello.

Lali se mordió el labio.
- ¿Qué es lo que quiere, señorita Esposito? – dijo él, poniéndose de rodillas detrás de ella, encima de la cama. Lali no podía girar la cabeza, no lo podía ver. Sintió como algo suave se paseaba por su espalda, provocando un escalofrío. Una pluma, o algo por el estilo. Era una sensación agradable. - ¿Quizás chupármela? – se dignó él a decir.
Lali sintió otro sucesivo escalofrío.
 
  - No oigo ninguna respuesta, señorita. – dijo él cogiendo de nuevo la correa. – de veras, ¿Puede que haya oído que desea mi polla?
Rozó su erección, aún cubierta por el pantalón, contra su culo. Lali gimió.
- Si… - murmuró. – Si, si lo deseo. Deseo cualquier cosa que me dé usted.
Escuchó un gemido de Peter. La respuesta lo había satisfecho. La cama se movió, dando a entender que él había bajado del ahí. Lali escuchó cómo se desabrochaba el cinturón. Y como se bajaba el pantalón
 Pronto apareció de nuevo a su lado, cogiendo la protuberancia de toda su longitud. Se volvió a poner de rodillas a su lado. Se veía… condenadamente sensual. El dios del sexo, pensó Lali. Completamente. Ella no quitó el ojo de la mano de Peter,subiendo y bajando…

- Demuéstreme que tanto la desea. – posó la otra mano detrás de la cabeza de Lali y la acercó a él, a su carne.
Ella lo intentó meter todo dentro de su boca. Peter gimió, ante la succión, fuerte.
- Oh, si… - jadeó, viendo como ella se la mamaba. – No pare si no se lo ordeno. – se limitó a decir, recogiendo el pelo de ella, en una sofisticada coleta improvisada.

 Lali intentó darle a probar su misma medicina. Succionó de nuevo fuerte. De la garganta de Peter se escapó un ronco gemido. Ella movió su boca, rodeándolo todo, con sus labios. Peter la acompañó, moviendo las caderas, hundiéndose hasta su garganta, deleitándose en el enorme placer. Y como poco a poco lo iba empapando con su saliva. Lali se apartó. Lo recorrió con su lengua y plantó un cariñoso beso en el glande, enrojecido, como una madura cereza a principios de verano.
Humm…Ella decidió torturarlo un poco. Lo mordió, suavemente. Peter gimió.

- No ha podido hacer eso. – se quejó. – Oh, eso vale por un castigo… - sonrió, retirándose de su lado, aún más excitado que antes, empalmado, al límite, y con la polla reluciente, de la propia saliva de Lali.
Se colocó detrás de ella, inclinándose, le volvió a poner las pinzas en los pezones.
Lali apretó los ojos. De nuevo esa dulce sensación de dolor, punzadas que enviaban pequeños suspiros calientes hasta su palpitante sexo. Peter rozó la entrada de su vagina con su pene, vibrante. La metió, de una plena sacudida.
- Ooohh… - gimió Lali. – Si, si, si… - era lo que quería. Pero Peter no se lo pensaba dar.

Se movió, poquito, rápido, sin salir de ella. Y luego, terminó por sacarla, completamente. Lali gimió, quejándose.
- Perdone, señora mía. – Se levantó. – Iré al baño a hacerme una paja para terminar con esto… - sonrió. – esto le pasa por morderme donde y cuando no debería hacerlo.
Lali quedó con la boca entreabierta, sintiendo como Peter desaparecía, cumpliendo su palabra. ¿Era tan cabrón de dejarla así? Atada a la cama, con las piernas abiertas y con las ganas que tendría una gata en celo.

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Holaaaaa chiiicassss!! Como estan? Todo bien? Yo si :D 
Rendì(asì se dice?) SIN MATERIAS!! ENTIENDEN??? ESTPY MUY MUY MUY  FELIZ
Lo zarpado no termina! 
Perdon por no subir ayer, es que no me di cuenta que habian muchas firmas! 

SUBO OTRO CAPITULO SI HAY MUCHAS FIRMAS, PERO SI ESTAN Y NO SUBO AVISENME EN TWITTER.  

Besos  @CateLanzani