Capitulo 8

 Capitulo 8

 
Sintió como los espasmos recorrían su cuerpo, sintió a Peter entre sus piernas. Se inclinó, respirando agitadamente.
- Peter… - gimió. Y él lo deseaba, deseaba que gritara su nombre. La cogió de los muslos apretándola más contra su boca. Ella jadeo de placer. Pero a pesar de todo, aun le quedaba algo de cordura, antes de que pasara lo peor, antes de que el placer la dominara. – No… Peter…

Él se asomó entre sus piernas, relamiéndose los labios. Ella aprovechó ese momento para apartar las piernas y cruzarlas. Peter se sentó a su lado, saboreando hasta el último hilo de flujos de Lali que aún yacían en su boca.
- ¿Qué pasa? – le dijo apartándole el pelo, acariciándole el cuello con los hinchados labios, llenos de la propia lujuria.
Lali no pudo evitar mirar el esbelto torso sin el jersey. Musculado, trabajado… perfecto. Entraban ganas de sobarlo hasta cansarse.
- No… no tengo ganas. – mintió.

Peter arqueó una ceja. Luego se hechó a reir.
- ¿Qué no tienes ganas? – dijo poniéndose en frente de ella - ¿Qué no tienes ganas de echar un buen polvo conmigo?
Lali negó con la cabeza.
- Es imposible.
- No, eres creído.
- Si casi, casi te tenía… estabas súper excitada… no puedes decirme que no tienes ganas. – dijo inclinándose para besarla, pero Lali lo rechazó. – Ah… ¿con que esas tenemos?
- ¿No que separabas el trabajo de las relaciones? Pues olvídate de mi ¿si? – dijo ella con arrogancia – te odio, no quiero nada de ti, ni tus besos, y menos tu cuerpo.
- Mentirosa. – dijo Peter sonriendo – me deseas más que a nada.
- No, eso es lo que tú te crees. Te crees que eres el centro de atención, que cualquier mujer se acostaría contigo. Y no es así. Yo no me acostaré contigo, no me gustas. Si quieres echar un polvo te buscas una muñeca hinchable.
- Oh, muñeca… - dijo Peter ahora serio. ¿Por qué las palabras de esa mujer lo afectaban? Nunca había sido así – No tengo por qué comprarme una de esas estupideces cuando tengo a un tercio de la población femenina de Los Ángeles queriendo follar conmigo.
- Entonces cógete a una de esas putas. Pero a mí, déjame.
Peter enfadado por el rechazo, se dirigió a la puerta y se fue de la habitación donde se encontraba Lali.
Lali se encogió de piernas rápidamente. Dios mío… no creía lo que Peter acababa de hacer…
Pero le había gustado, mucho. Nunca se había sentido tan excitada. Sentía como la humedad se esparcía más y más. Debía hacer algo… antes de acostarse.

Peter se tumbó en la cama. Se relamió los labios una vez más. Dios mío, sabe tan bien.
Pero Lali no lo había saciado. Al contrario, lo había rechazado. Y a Peter le daba rabia ¿Por qué no quería…? Escuchó algún quejido. Apoyó la oreja contra la pared que daba a la otra habitación, a la de Lali.
Gemidos… se está masturbando.

Peter aún se excitó más. Imaginar el esbelto cuerpo de Lali contrayéndose y arqueándose, dándose placer ella misma, era demasiado. ¡Pero no!
Era él quien quería darle placer. ¿Por qué le había dicho que no tenía ganas? Cuando ahora se satisfacía sola… mientras él podría ser el que produjera esos gemidos. Bufó cabreado y orgulloso a la vez.
Además que él también necesitaba que le echaran ‘una mano’. Tenía la erección más grande de su vida. Ni Paula consiguió empalmarlo de esa manera. Hablando de Paula. Gaston le estaba llamando al teléfono. Descolgó.
- Que.
- Uy… que borde. – se rió su amigo - ¿Qué pasa? Necesitas follar más, eh.
- Ni que lo digas. – dijo Peter pasándose una mano por el pelo. - ¿Qué quieres?
- Surgió un problema.
- ¿Cuál? – Eso le sonaba mal. Cada vez que Gaston le decía ‘hay un problema’ equivalía a ‘el mundo está patas arriba o estamos a punto morir por un asesino en serie’. O algo por el estilo.
- Esta mañana te acostaste con Paula. – dijo su amigo en tono burlón.
- Si… ¿y?
- Ella es una de las que están entrometidas en la mafia rusa de Amadeoski.
- ¿Qué?
- Era una infiltrada, joder. – Gaston parecía más alterado – todo fue para distraerte, así se llevaban a la chica. Sabes que Amadeoski es el violador que coleccionaba a las mujeres que se había tirado. Un pirado total.
- Si, si…

 - Pues si no llega a ser por ti, ella ya estaría muerta y en un armario junto con los otros cadáveres que hemos encontrado. – Gaston suspiró – ese no es el punto. Paula estaba compinchada con él porque… - hizo una pausa – Ostia, parece que decirte esto me jode más a mí que a ti.
- Suéltalo de una vez.
- Paula es la hermana de Belen.
- No puede ser… - la voz de Peter se ahogó.
- Busca la venganza de su hermana. Por eso se infiltró en la CIA para dar contigo… te quiere muerto, Peter.

 Peter no pudo pegar ojo en toda la noche. Sabía las cualidades que tenia Paula… y lo que menos le preocupaba en esos momentos, era él. Su familia… sus conocidos.
Aquella sádica loca era capaz de todo. Había nacido para trabajar en agencias de espías. Había nacido para ser una de las mujer seductora y con grandes cualidades para matar… a hombres, en un abrir y cerrar los ojos. No tenía remordimientos, y mucho menos, conciencia.

Las siete de la mañana. Peter se levantó, harto de dar vueltas en la cama. Toda su familia sabía protegerse, pero si a Paula se le ocurría ponerles un dedo encima… intentar siquiera algo, él no tendría ningún miramiento por que fuera mujer. Por que terminaría en la tumba, junto con su hermana y Benjamin Amadeoski.
Se preparó un café solo. Para ver si se despejaba un poco. Lali tenía el sueño ligero y no pudo evitar despertarse. Se levantó y fue hacia la cocina.
- Buenos días. – murmuró Peter. ¿Por qué estaba avergonzado? Nunca había estado avergonzado de lo que había hecho. Pero al ver a Lali aparecer con su jersey, despeinada… inocente, hizo que se ruborizara. Él no se ruborizaba, eso era de nenazas.
- Buenos días. – le sonrió ella, como si ayer por la noche no hubiese pasado nada.
La observo. Ella buscó algo en la nevera y vertió algo de leche en un bol.
Y pensar que aún podría estar más despeinada si hubiera pasado la noche conmigo. 

Peter dejó su taza de café en el friega platos y cogió las llaves del enorme llavero en la entrada.
 Lali alzó la vista.
- ¿Dónde vas? – le dijo.
- ¿Tanto te importa? – dijo Peter arqueando una ceja.

Ella frunció el ceño, cabreada por su arrogancia. Pero no quiso discutir. Se encogió de hombros.
- No, la verdad es que no. – puso una expresión indiferente y siguió desayunando.
Lo que no sabía es que a Peter le quemaba por dentro que pasaran de él de ese modo. Apretó la mandíbula y se contuvo las ganas de seguir con la conversación.
- Me voy… al pueblo… tengo que comprar algunas cosas. – suspiró. Lali lo miró de nuevo – y tengo que pasar por la casa de mis padres. – sus amigos tenían armamento de sobras y seguro que ya estaban allí. Vico y Gaston habían trabajado con él durante un año y medio. La mayoría de cosas las había aprendido de ellos.
- ¿Pasa algo? – Peter iba a responderle con otra pregunta: ¿eres adivina?
- Si… hay una mujer que quiere matarme… bueno, hacerme sufrir… y temo que vaya en busca de mi familia.
- Oh dios mío. – dijo Lali tapándose la boca con las manos – ten cuidado.
Peter se tensó ante esa otra muestra de afecto.

- No te preocupes. A mí no me hará nada. – miró a su alrededor – si por algo aparece algún secuaz de Amadeoski por aquí… aun que no lo creo… estarás a salvo, Nico fue militar… y trabajó algunos años para mí. Es muy bueno. - Lali sonrió. Él intentó sonreír, pero le salió una mueca. Lali ahora se rió.
Buen intento… Se le puso la piel de gallina al pensar que Peter Lanzani había intentado sonreír para ella.

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Hoooolaaa chiiiicassss :) como esta??? 

Yo todo bien, por suerte ;)

Buen fin de semana 

Besos @CateLanzani